Cuando eres un niño sueñas con jugar, con divertirte, con disfrutar de la vida. Pero esos pensamientos, sueños y diversión desaparecen dejando un gran vacío en tu interior. En ese momento te invaden pensamientos de amor, de ilusión, de gozar de tu juventud, los desamores, las vanidades. En poco tiempo la juventud quedará en el olvido, ya no serás la niña, la joven aquella que soñaba con ser mayor.
De pronto ya no eres tú la que sueña, sino tus hijos. Se van y solo quedas tú, poco a poco te vuelves blanca, te salen arrugas en el alma, te marchitas como una rosa, tu fuego se apaga. Se va tu niñez, tu juventud, tu madurez y en nada quedas.
Pero recuerda que eres un jardinero que en su tiempo sembró semillas para que cuando te vayas los frutos queden.
Ayleen Alava
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