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8-M. Relato


   
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

1 Una mujer trabajadora

      Érase una vez una mujer muy trabajadora. Estaba siempre ordenando su casa y en su trabajo. Trabajaba de lunes a domingo, todos los días, cuidando a personas mayores en una residencia que estaba en su pueblo. Entraba a trabajar a las 5.30 h. de la mañana y salía cuando las personas para las que trabajaba habían almorzado, sobre las 15.30. Allí estaba todo el día pendiente de los ancianos, haciéndoles de comer, limpiando...
Los ancianos la querían mucho. Cuando terminaba su jornada, volvía a casa. Allí le esperaba su madre que llevaba enferma cerca de dos años y sus tres revoltosos hijos. Los hijos tenía tres, siete y nueve años y los había criado ella sola, ya que su marido trabajaba lejos y sólo venía en Navidad y en verano.
      Además de estar todo el día trabajando, cuando tenía un rato libre ayudaba en la mejora del pueblo y en la organización de actividades y fiestas. El año pasado organizó un concierto en el que disfrutó todo su pueblo y aunque ella estaba cansada del estrés del día a día, estaba feliz por todas aquellas personas.
      Al término de aquel concierto el pueblo quiso darle una sorpresa entregándole una placa en la que ponía:

Para una mujer que con su trabajo
y esfuerzo contribuye, con su ayuda
y dedicación del poco tiempo libre
que posee, a la mejora del pueblo.

Francisco José
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2 Justicia

      En una ciudad de Europa Central habitaba una mujer que luchaba contra el maltrato y a favor de la igualdad. Esta mujer ya arrastraba varios abusos y maltratos del que fue su marido y del que pudo liberarse. En esta ciudad reinaba el machismo y también había habido casos de maltrato. Esta mujer, llamada Andrea, estaba harta de todo este machismo y maltrato y estaba dispuesta a que eso cambiara. El cabecilla de todo era el alcalde de la ciudad. Para ello, Andrea quería presentarse a las elecciones de la ciudad para poder empezar a cambiar este gravísimo asunto.
      Pero no era tan fácil, porque el hecho de que una mujer se presentara a las elecciones era casi como un delito. Cuando todos los hombres machistas se enteraron de aquello, utilizaron todo tipo de artimañas para impedirlo. Pero no pudo ser y las elecciones se llevaron a cabo. Se acabaron las elecciones y llegaba el tiempo del recuento de votos. Sorprendentemente, obtuvieron los mismos votos. Según las normas, deberían repetirse las elecciones para qué pasaba. Una vez acabadas esas elecciones llegó el recuento de los votos. Al parecer alguien había cambiado de opinión porque Andrea obtuvo un voto más que el alcalde.
      Desde ese momento se convirtió en la alcaldesa de la ciudad. Todo cambió y sigue cambiando a día de hoy gracias a aquella persona que reflexionó mejor sobre lo que quería para el futuro de su ciudad.

Emilio
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3 La historia de Marta

      Marta es una mujer trabajadora que vive en Cuenca con sus cinco hijos, con un trabajo en el que gana poco y con una pensión de viudedad. Pero para llegar hasta aquí, Marta ha sufrido mucho. En su infancia, su padre no trabajaba y se pasaba los días pegando a sus hijos por lo más mínimo que hicieran. Cuando Marta empieza a crecer y estudiar, tuvo que dejarlo todo e irse a trabajar para apoyar económicamente a su familia, porque su madre falleció trágicamente.
      Cuando pasa el tiempo, conoce al que sería su futuro marido, José Luis, se casan con 25 años y tienen a sus cinco hijos, uno de ellos con síndrome de Down. A la misma vez que tenía que cuidar la casa y a su hijo, quiso crear una “Fundación para la igualdad entre el hombre y la mujer”, pero su marido no se lo permite porque es machista. Marta cae en una profunda depresión e intenta quitarse la vida, pero piensa mejor y cree que tenía que tenía que cuidar a su hijo y a su familia. Cuando su marido muere, Marta pierde su trabajo de reponedora de supermercado y ya nadie quiere contratarla por su edad, aunque ella lo intentara mucho.
      Al paso de los años, Marta se va convirtiendo volviendo más débil y le cuesta mucho más cuidad a su hijo Manuel. De repente, una trágica noticia le llega: ha muerto su hijo mayor, Rafael. Marta se siente muy defraudada con ella misma, pero el apoyo de sus hijos y vecinos la consuela. Marta pide ayuda a todo el mundo y al final encuentra un trabajo, una cuidadora para su hijo y muchas ayudas de las ONG, consiguiendo el dinero necesario para vivir.
      Marta nos ha demostrado que aunque las cosas no vaya bien, no hay que rendirse, porque al final la vida te sonríe y que hay que trabajar duro por los tuyos.

Antonio Jesús
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4 Todo tiene un precio

      Voy a contaros una historia. La historia de mi vida.
     En la casa de mi infancia vivíamos mis padres, mis tres hermanos y yo, aunque, realmente, me sentía desplazada, y no me malinterpretéis, mi familia siempre me ha querido mucho. Lo que pasa, es que mi padre estaba pluriempleado y no estaba mucho en casa y cuando necesitaba ayuda, nunca me llamaba a mí porque decía que era demasiado débil para ayudarlo.
      Mis hermanos mayores siempre han mantenido su postura de la que la mujer es el sexo débil, así que se comportaban conmigo de manera que parecía que fuese una delicada figura de porcelana, que si es tratada con excesiva fuerza podría resquebrajarse, pero aún así no los veía mucho y, cuando llegaban a casa, no se les debía molestar porque estaban faltos de aliento debido a sus respectivos empleos.
      Mi madre en cambio... bueno, tal vez era la que peor me trataba. Se reía de mí por pensar en ir a clase para, en unos años, tener un buen trabajo. Me decía:
     - Las mujeres a la cocina y los hombres al campo, y, si alguno de ellos pude sacarse una carrera, serían los varones, para que al llegar a casa, su esposa tuviese la comida caliente y la casa limpia.
       Mi hermano pequeño era en el que estaban depositadas todas las esperanzas de tener un familiar adinerado. Era un chico introvertido, al que le gustaba encerrarse en su habitación y leer hasta más no poder, y cuando le preguntabas de qué trataban sus lecturas, levantando la mirada con un halo de misterio para después sonreír, dulcemente decía: “historia”. Era mi favorito, bueno, el mío y el de todos, nadie podía resistirse a su frágil dulzura... Ojalá su salud hubiese sido resistente.
      Nuestra insuficiente economía familiar sólo nos permitía pagar una carrera, es decir, sólo uno de nosotros estudiaría más allá de secundaria. Los mayores decía que dejar de estudiar era lo mejor que habían hecho, así que no se contempló la posibilidad de concederles lo que yo consideraba un honor.
      No, no seáis inocente, no tenían esperanza de que me pagasen a mí los estudios, mi madre diría: “¿Cómo va a ir una mujer a la universidad?, ¿estás loca? El favorito de la casa fue el que seleccionaron para garantizarle un futuro, no se lo reprocho, era aplicado en los estudios y podría ser un buen trabajador, eso nadie lo dudaba, pero aún así, tuve que resignarme a asumir que jamás tendría una carrera. Pero mi resignación en poco tiempo fue sustituida por un dolor desgarrador. Mi hermano siempre había tenido problemas de salud, entre otras cosas, durante todo el año se resfriaba constantemente y no era raro que guardase cama varios días por fiebre alta.
      El 20 de diciembre de 1985 expiró. Una neumonía se llevó su vida como si fuese una antigua deuda que había que saldar urgentemente. Estuvimos meses llorando su ausencia, la casa había perdido toda su vitalidad y vagábamos como las almas que se quedan atrapadas entre la vida y la muerte. Tardamos más de un año en recuperarnos de esa pérdida. Podría profundizar más en el asunto, pero ese no es el tema que nos ocupa.
      Dado el fallecimiento del único con el que “disputaba” tener un futuro, mis padres decidieron que sería yo la que disfrutase de ese privilegio y me prometí a mí misma que lograría llegar lejos en mi profesión, por mí y por mi hermano, porque estaba ocupando su lugar y tendría que recompensárselo como pudiese.
      Y ahora ocupo uno de los altos cargos de una prestigiosa empresa internacional. Y es que todo tiene un precio.

Beatriz
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5 Mujer trabajadora

      Cuando era pequeña, yo siempre quería estudiar, sacar buenas notas y poder conseguir un buen futuro. Creía que el destino me tenía guardado un futuro especial como el de las series de la tele, pero mi padre no paraba de decirme que sólo eran sueños estúpidos de la niñez y que sólo tendría un futuro como el de los demás.
      Cuando ya estaba en universidad, siempre sacaba matrículas de honor y mis padres estaban orgullosos de mí, incluso mi padre había cambiado su mentalidad y pensaba que a lo mejor sí, el destino me tenía guardado un futuro especial.
      Cuando acabé la carrera, siendo la mejor alumna con la mayor nota, empecé a buscar trabajo, pero en todos los sitios donde iba, eran los hombres los que me hacían las entrevistas y todos me daban largas. Hasta que uno me dijo lo que de verdad pensaba:
     - Si sólo eres una mujer, solo sirves para tener hijos y cuidar la casa.
      Eso me destrozó, pero ahora le tengo que dar las gracias. Han pasado tres años desde aquello, los primeros meses estuve deprimida, pero mis amigos me abrieron los ojos; desde aquel instante cambió mi vida. Ahora les tengo que dar las gracias a mis amigos y para aquel señor que dijo lo que pensaba, debería saber sí, tengo hijos y estoy casada, pero soy la presidenta de una de las mayores multinacionales del mundo.

Raúl
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6 Por las que luchan

       Va por vosotras.
       Por esas mujeres que se levantan cada día con la esperanza de cambiar el mundo, por esas mujeres que cuidan de sus hijos día a día.
      Por aquellas mujeres que estudian para tener una carrera, pro esas mujeres que se levantan de madrugada para ir a trabajar.
      Por todas esas mujeres que le sonríen a la vida, aunque el día esté gris y lluvioso. Por todas esas mujeres que se enfrentan a la tristeza de que sus hijos estén enfermos y aún así sonríen.
      Por ellas, que aunque las desprecien, siguen hacia adelante en el duro camino de la vida. La vida las guía y las conduce, ellas sólo se dejan llevar y luchan por sus derechos.
      Ya era hora de que nosotras que tenemos el don de crear vida, nos hiciéramos fuertes.
      Llegó la hora del cambio. Jamás se volverá a escuchar aquello de que “hay que potenciar el papel de la mujer”. Yo digo que ya está bien de decir tantas cosas y no cumplir nada de lo prometido.
      ¿Por qué no puede ser igual un hombre que una mujer?

Gema

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