EL ARCO IRIS TIENE FORMA DE CORAZÓN
La alegría brotaba por mis venas, la ilusión corría por mi sangre, nunca pensé que lo intentaría y menos aún que lo conseguiría. Y allí estaba yo, contemplando al público estupefacta y sorprendida, oyendo sus aplausos. Sentía ganas de llorar y de reír, las dos emociones a la vez. La alegría me inundó. Y es que en ese minuto, en ese segundo mi vida cambió. El orgullo, las esperanzas depositadas en mí, y sobre todo no sabía si las ganas de superación servían para algo. La superación, sí, era algo que había estado experimentando, el esperar con paciencia lo que quieres, hacerlo aun con altibajos, ir creyendo en base a eso, que cada paso avanzado era un pequeño éxito, aprender de él y sobre todo no dejar de intentarlo.
Cuando abrí los ojos fue para desmayarme, la siguiente vez que se abrieron solo pudieron ver el nítido color blanco de una bata con un ligero aroma a hospital. Mi cuerpo no se movía. Recuperé la conciencia un poquito, pero vi ese cartel en el que se podía leer perfectamente: QUIRÓFANO. Todo ello me aclaró las cosas, no tenía manos; me acordé del accidente. Era una fría mañana de sábado, me dirigía hacia la empresa “ The Art”, acababa de terminar de llover, y unos tenues rayos de sol se asomaban entre las tímidas nubes, todavía estaba chispeando, fue en ese momento cuando vi un arco iris, éste me cegó, me nublo la vista, por último logré ver un camión de frente, después de eso, nada.
A partir de ahí, mi vida cambió, fue muy difícil y complicada, sin manos era imposible sobrevivir, pensaba. Tenía que desarrollar habilidades, pero en lo único que pensaba era en la desgracia que me ocurrió, y atraía mi mente continuamente ese maldito arco iris que me nublo la vista, y aún más, paralizó mi afición, mi hobbie, mi profesión, lo que más me hacia feliz en la vida: pintar.
A lo largo de los años fui reflexionando, todavía era una persona, “no era diferente”, tenia que creer en mí, sentir mi belleza interior. Me ayudó a superar este obstáculo, un joven muchacho llamado Robert, amable y simpático y con una gran virtud, no se rendía ante cualquier objetivo propuesto, me contó que no podía derrumbarme, ni pensar que era inútil para todo.
Así, aprendí a pintar, con las pies o incluso con la boca, todo lo conseguí con trabajo empeño y superación personal. Este gran amigo me presentó al concurso: “Young Artist”. Yo no lo sabía, pero cuando me enteré, mis ánimos decayeron, pensaba que se reirían de mí, que el dibujo no valdría para nada, que seguiría igual de inútil, como siempre. En ese momento recordé el accidente, el arco iris que me nubló la vista, y… me vino la inspiración, acepté el proyecto sin preámbulos y esperé hasta el día señalado, eso sí, pintando un poquito cada día.
El día había llegado y mi dibujo estaba preparado, tanto empeño y trabajo que sembraban la duda en mí, ganaría, no ganaría; se reirían, no se reirían; aceptaría esto como un capítulo más de mi vida… no lo sabía, aunque a decir verdad, lo de ganar lo pasaba un poco de largo, temía si la gente me respetaría al recoger el premio en caso de quedar vencedora.
El sobre con el papel del ganador estaba en el escenario, a punto de abrirse. Y se abrió. En el sobre ponía Carla… mi nombre. Salí al escenario como pude, la alegría me producía nerviosismo, y allí me encontraba, en medio del escenario, junto a mi cuadro, el famoso arco iris que contribuyó a mi estado. El público aplaudía, le daba igual mi aspecto, solo contemplaban el arco iris como si estuvieran buscando algo en él que les cambiara la vida. Cuadro que conseguí pintar sin manos con la superación.
A terminar los niños se acercaron a mí, a preguntarme cómo lo hacía, ellos eran los más curiosos. Y mi respuesta fue simple:
- Nunca dejes de hacer lo que te gusta, si lo intentas lo consigues y sobre todo escucha lo que te dice tu corazón. A mi me dijo que el arco iris iba a tener importancia. Y seguí las voces que oía.
David V.
Qué bonito, David. Me ha gustado mucho, y tiene un buen mensaje... si quieres, puedes.
ResponderEliminarEstá muy bien todo lo que escribes, las poesías, este cuento...
Un saludo.